Catalina ha intentado ser actriz por todos los medios. Decepcionada, decide suspender su sueño y centrarse en otras cosas. En una visita a casa de una tía abuela encuentra unos cuadros y decide venderlos en el mercado persa del Rastro. Allí conoce a un vendedor de arte y finge ser la autora de los cuadros. Cata no quiere desaprovechar el que va a ser el papel de su vida.